LOCURA MORAL

Desde que mi amigo J se enteró de mi tesis psicológica sobre el Sujeto Máximo, alias K, en la que afirmo que padece de un serio trastorno de personalidad, me persigue advirtiéndome que este Sujeto no es loco sino que se hace el loco para conseguir lo que quiere.
En política el análisis psicológico es débil respecto del análisis del poder, propio de los políticos y politólogos. En este sentido tiene razón mi amigo. Por lo demás, ¿qué importa que el tipo sea loco o se haga el loco? Lo que importa es hasta dónde será capaz de sostener su juego de absoluta intransigencia.
Es el juego que Hitler les jugó a los Aliados en la última Gran Guerra mundial y les ganó hasta que lograron destruirlo físicamente, es decir aniquilarlo. Pero, y ahí me atrinchero yo, Hitler era un genio ¡loco! Y estas son calificaciones psicológicas. ¡Hay que tenerlas en cuenta! De nos ser Hitler además de genio loco tamaña destrucción de Alemania no hubiera sido necesaria.
El análisis puro del poder o de los juegos de poder es el que debe hacer el estratega, en este caso el estratega político. Es lo que se hace conscientemente y a raja tabla desde Maquiavelo, y es el que hace Marcos Novaro, profesor de la UBA e investigador del CONICET sobre el poder K en La Nación del 24/06/08. Hay toda una teoría matemática llamada Teoría de Juegos, que está implícita en la empleada por M. Novaro. Y está muy bien hacer este tipo de análisis.
Pero las variables psicológicas no pueden eliminarse de ningún análisis. Si Hitler no hubiera sido loco, Alemania no hubiera sido destruida casi totalmente. Volvemos al punto de partida: Si K no fuera psicológicamente como es ¿hubiera llegado al punto de obcecación al que ha llegado? Yo me temo que para llegar a tal punto hay que padecer de un trastorno de personalidad de ribetes perversos, que conlleva la ausencia de sentimiento de culpa y una excitación gozosa al destruir al enemigo.
Llegar a hacerse el loco hasta ese punto es porque se es, no más, loco. Esto no supone, en absoluto, exonerarlo de culpa moral. Los antiguos psiquiatras solían hablar en los casos de los psicópatas (llamados ahora más bien perversos o antisociales) de “locura moral”. Lo que a veces no se entiende es que la locura no libera ex eo ipso de responsabilidad moral. Si alguien no siendo loco se hace el loco para dañar a los demás, no sólo es más culpable sino que es más loco que el que es solo loco. Porque el inmoral es o comienza a ser también loco: es su alma la que está dañada. Y son también responsables los que siguen a un sujeto de semejante catadura.
En esas andamos. Que Dios nos ayude.
Abelardo

Texto extraido de WWW.CATAPULTA.COM.AR